En este tebeo, los casihéroes Mortadelo y Filemón se enfrentan a La Banda del Rata, que ha robado un microfilm con información importantísima del Centro de Investigaciones Agronáuticas del Cosmos. MyF intentarán detenerlos en el crucero de lujo Ille du Soria y encontrar el microfilm que han escondido en el barco, que para desagradable sorpresa de la pareja está en el cuerno de un toro bravo en la bodega. Por supuesto el animal se escapa, y a partir de ahí comienza la caza del bravo por tierra, mar y aire para conseguir el microfilm antes que los villanos.
El Toro, uno de los protagonistas
Hasta aquí parece una historia normal de Mortadelo y Filemón, ¿Qué tiene de especial? De las historias que yo conozca de Mortadelo y Filemón sólo 2 tienen una trama que no se interrumpe a lo largo de las 44 páginas del álbum: La magistral El Sulfato Atómico y Valor y… ¡Al toro! De hecho, a pesar de haber aparecido por primera vez en el semanal El Gran Pulgarcito, las referencias de página van de la 1 a la 44 sin interrupciones a diferencia de, por ejemplo, la inmediatamente posterior El Caso del Bacalao. Como decía Dibiase, esto lleva a que no encontremos
microhistorias en las que cada 5 páginas Mortadelo y Filemón acaban huyendo del Súper por el desierto del Gobi, como si fuesen capítulos autoconcluyentes.
Esto se ve no sólo en que la historia no se interrumpe para “ir a darle parte al Súper”. Por ejemplo, hacia el final de la historia Filemón pierde la chaqueta (sí, en esa época Filemón llevaba una chaqueta roja sobre su eterna camisa blanca) cuando es atropellado por un camión al quedarse la chaqueta enganchada en este. La chaqueta no vuelve a aparecer en todo el tebeo. Otro ejemplo: el clásico personaje con el que Mortadelo y Filemón no se relacionan directamente, pero que sufre las consecuencias de los actos de estos es el mismo durante toda la obra, en este caso, un camarero del navío que acaba creyendo que está esquizofrénico porque ve toros por doquier.
Este álbum fue escrito y dibujado cuando Ibáñez decidió / A Ibáñez le sugirieron desde la editorial que hiciese historias más parecidas a las que en aquel momento (finales de los 60, principios de los 70) se hacían en el mercado europeo, lo que afectó no sólo a la elección de la estructura narrativa, si no también al dibujo más cuidado y con más matices (o como el gran dibujante dijo en una entrevista, con más arruguitas en la ropa) Por eso al lector habitual de Mortadelo y Filemón se le puede hacer un poco extraño al principio el grafismo de los personajes, ya que aunque no sea aquel de los inicios en los que Mortadelo usaba bombín y tenía una morcilla por nariz de la que a veces colgaba hasta el hilillo, las caras parecen más demacradas, sobre todo la de Filemón. También hay que resaltar una cosa que al lector acostumbrado sobre todo al Mortadelo más moderno puede llamar la atención: Los decorados sacrifican una buena parte del mundo de irrealidad absoluta en los que están envueltos normalmente nuestros héroes, con abuelas con grifos de agua en vez de narices conduciendo monociclos y demás fauna extraña a cambio decorados más detallistas y con más elementos de relleno: Sacrifica parte de la fantasía por realidad.
Aunque por momentos la narración pierde fluidez, sobre todo cuando comienza la busca y captura del toro y El Rata en el Ille du Soria a cambio de un poco más de realismo (dentro de los límites del cómic, claro; las leyes de la física siguen siendo violadas sin contemplaciones), tiene sus momentos y acaba con una orgía de absurdos y astracanes que se pueden esperar de un tebeo de Mortadelo y Filemón.
A pesar de no ser sino la sombra de la genial y rompedora El Sulfato Atómico y de haber quedado más como obra menor que como un tebeo para ser recordado, qué más quisieran la mayoría de dibujantes de tebeos y novelas gráficas que tener la mitad de la imaginación que demuestra en este tebeo Francisco Ibáñez.
Pues yo lo recuerdo como uno de los mejores tebeos de la saga, diferente de lo que luego ha sido el esquema básico que nunca ha llegado a engancharme demasiado.
ResponderEliminarYa, pero comparado con el éxito y fama del Sulfato Atómico, Valor y ¡Al Toro! es una obra secundaria
ResponderEliminarQuicir, el sulfato tiene hasta videojuego. Cutre, pero videojuego.
ResponderEliminarNúmero uno, sulfato, número dos, valor.
ResponderEliminarNumero tres La Banda del Chicharrón.
ResponderEliminarLas 28 primeras páginas de "El Caso del Bacalao"
ResponderEliminarYo tengo un cómic de Mortadelo igual lo vendo valor al toro
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