Dentro del heterogéneo mundo del cómic independiente norteamericano, el canadiense Joe Matt se ha ganado a pulso un puesto de honor gracias a su obra Peepshow, que retrata la vida del mayor cabrón, del tipo más egoísta, ruin, cínico, mezquino que jamás haya conocido: él mismo.
Efectivamente, Peepshow es una obra descarnadamente autobiográfica que recuerda, en cierto modo, a lo que ya hizo Harvey Pekar algunos años antes.
El volumen Pobre Cabrón, editado por La Cúpula, recoge los primeros seis números de Peepshow, en los que Joe Matt muestra su vida miserable como dibujante de cómics y su infructuosa búsqueda de una mujer ideal que, ciertamente, no existe más que en las páginas de las revistas porno que gusta de coleccionar.
Con un dibujo de trazo grueso, pero eficaz, las historias recopiladas en este volumen muestran a Matt como una persona realmente odiosa, tacaña y egocéntrica. Como buena obra autobiográfica, en Pobre Cabrón todo gira en torno al propio autor, que no se frena a la hora de retratar sus más ruines manías, su absurda obsesión coleccionista y sus constantes y estúpidas dudas existenciales.
Alrededor de Matt gira una cohorte de secundarios que sirven para poner la voz de la razón (o de la cruel verdad) dentro de la vida del protagonista; un contrapunto efectivo para mostrar que los límites del egoísmo de Matt no tienen límites.
Pero de tan patético, Joe Matt se convierte en cómplice del lector. Un lector que se ve retratado en más de una ocasión (y en más de dos, y de tres...) en las ruindades de este Pobre Cabrón. La única diferencia es que Joe Matt se atreve a airearlas en público. Así se dota de humanidad, se aleja del esperpento y se convierte en una pequeña voz de la conciencia del cabrón que todos llevamos dentro.
Una lectura fácil y entretenida, que proporciona más de una sonrisa de vergüenza y sirve para recordarnos que la mezquindad es tan propia de todos nosotros como las espinillas y el olor de pies.
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