miércoles, 7 de abril de 2010

El Gen Egoísta, de Richard Dawkins

Reseñar un libro de Dawkins de manera más o menos objetiva es una tarea delicada por las filias y fobias extremas que levanta en determinados colectivos. El Gen Egoísta es, a pesar de todo, un libro a medio camino entre la divulgación objetiva, el proselitismo de la teoría homónima y el autobombo, pues continuas son las notas a pie de página con sonoros ¡os lo dije! Escrito en los años 70, se le añadieron un par de capítulos en posteriores ediciones, uno de los cuales no es sino un prólogo de otra obra de Dawkins (que recomienda por dos veces que compremos para no quedarnos a medias con la explicación)
A pesar de esto que digo, estamos ante un libro que nos da una visión distinta de la Teoría de la Evolución: Cambia el enfoque desde el grupo o el individuo como entidades que intentan perpetuarse al de los genes (o grupos de ellos) como seres “inmortales” (ya que, según Dawkins, poseen la capacidad de autoreplicarse ad-infinitum si los cuerpos en los que viajan consiguen reproducirse y ninguna mutación los modifica en el proceso) Todo el libro original, a excepción del capítulo dedicado a los memes, trata sobre cómo es este condicionamiento genético el que determina casi totalmente el comportamiento de los seres vivos no conscientes, poniendo ejemplos de cómo funciona dicho mecanismo donde a priori esta idea parecería contraintuitiva. Por ejemplo, con esta visión genetista de la evolución, nos intenta mostrar el fundamento teórico de los conflictos y relaciones que surgen no sólo entre especies o individuos de la misma especie, si no entre sexos, entre padres e hijos o entre hermanos. En los dos últimos capítulos, añadidos diez años después de la primera edición, nos habla también de Teoría de Juegos (sobre todo sobre variaciones del Dilema del Prisionero) y de cómo los genes cambian no sólo al individuo sino su entorno. Por ejemplo, de cómo el ARN de la rabia modifica el comportamiento de los animales infectados por ella para favorecer así su propagación haciendo al animal más agresivo y haciéndole babear.
Una de las mayores críticas que se hacen al respecto es que, dicen, Dawkins humaniza a los genes diciendo que son ellos los que deciden el comportamiento de manera consciente. En más de una ocasión, sin embargo, Dawkins habla del proceso totalmente aleatorio de estas mutaciones y de que los genes aportan sólo una base como si de un programa informático se tratase, pero que ha de operarse después en función de los insumos de información que llegan del exterior. Queda claro si uno intenta reproducir en voz alta la idea que subyace en cualquiera de los ejemplos, que se trata de un recurso literario para quitar redundancias que aparecerían al usar un lenguaje más preciso (El gen mutado codifica X proteína que al interactuar con Y y Z produce la reacción X’ bajo las condiciones A, B y C es sustituido por un más simple El gen produce la reacción X’)
El capítulo dedicado a los memes ha pasado ya al acervo cultural de internet (si es que tal cosa existe). Según la definición de Dawkins, un meme es una idea que tiene la capacidad de hacernos difundirla, como la idea de la divinidad, la democracia o incluso determinadas canciones. En el texto, pero sobre todo en las notas al pie de página, que son en ocasiones adendas y en otras correcciones, y que ocupan más de una decena de hojas, Dawkins nos muestra la cara a la que últimamente nos ha acostumbrado más que a la de divulgador: a la de ferviente prosélito y difusor del ateísmo. En estas notas a pie de página acaba, incluso, haciendo un conato de defensa de una ética atea.
El libro está escrito de manera bastante amena y sencilla (a veces incluso demasiado), y todo lo expuesto está ilustrado con ejemplos y con alguna simulación numérica que Dawkins se niega a desarrollar en detalle, lo que no le quita valor pedagógico. A cualquier persona con nociones de Teoría de Juegos y/o que recuerde la biología de 3º de la ESO (1º de BUP) le resultará muy fácil comprender los conceptos y las cadenas lógicas desde el principio.

2 comentarios:

  1. Gran crítica Folken!

    La faceta de divulgador de Dawkins es apasionante pero su lado militante es repetitivo y cansino hasta la arcada

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  2. El problema es que mucha de su crítica teológica se queda en nada si las comparamos con los argumentos de San Agustín.

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